Hace unos días compartí una foto que circuló en
facebook, -“share”- con acusaciones a cardenales de supuestas faltas y delitos, la foto de arriba. Una persona apreciada
por mí se sintió particularmente ofendida debido a su fe católica, no obstante
mi comentario fue hecho sin generalizaciones, con la salvedad respectiva de
todas las excepciones que seres humanos inocentes pueden merecer. Traté de
explicarle, con particular afecto, mi opinión, parecer que su armadura resistió
todo argumento.
El tema me dio
vueltas en la cabeza un par de días hasta que decidí escribirlo como alguna forma
de ordenar mis premisas y ejercitar en el campo conceptual. Empezando me di
cuenta de la ligereza con que republiqué la foto con varios supuestos no
probados: supuestos cardenales, supuesta historia, supuestas acusaciones;
supuestos porque arbitrariamente decidí que todo lo plasmado allí era una
verdad que no admitía la menor prueba de error, me di cuenta que falté a una de
mis premisas importantes antes de admitir algo, es corroborar al máximo la
fuente para luego someterla a pruebas de la realidad para evaluar su cercanía a
la veracidad o falsedad, en el marco de mis herramientas disponibles y mi
capacidad racional, reconocí que metí la pata, que debía de ser
intelectualmente honesto.
Con
relación a las acusaciones allí vertidas –en la foto- no tengo la menor
evidencia que sea verdad, pido disculpa por ello. Afortunadamente pocos me
leen.
Los
seres humanos adultos tienen libertad de actuar entre ellos como les venga en
gana –religiosos y laicos - siempre y
cuando respeten el marco de convivencia pacífica y los derechos de los demás; concretamente
en el campo de la sexualidad nada cambia, el derecho individual de actuar en un
ambiente de libertad y respeto, su práctica y preferencia, según valores
individuales –heterosexualidad, homosexualidad, prostitución, etc.- tendrán que
cumplir con ciertos acuerdos básicos de convivencia para que esa acción sea
pacífica y/o de mutuo acuerdo, sin mediar el engaño, la fuerza o amenaza de
hacer uso de la fuerza, de la satisfacción mutua se encargarán ellos.
No
obstante, arena de otra playa, son las acusaciones concretas que han provocado
escándalo mundial, sobre algunos miembros del vaticano, de supuestas víctimas
ante sus supuestos abusadores, unos enfrentado juicios, confrontados ante los
medios http://crimenesdelvaticano.blogspot.com/2011/03/telemundo-presenta-el-mundo-oscuro-de.html
, algunos han llegados a arreglos monetarios, otros exigen además disculpas
públicas, otros no se quieren conformar con menos que el castigo de la ley.
Hacer
apología de pedófilos, porque se trata de miembros de una organización que sigo
o admiro, la que sea, equivale a padecer
adormecimiento peligroso de la moral, falseamiento de la realidad que, ante otro
escenario y diferentes actores el resorte moral selectivo se activaría
convirtiéndolos en acusadores automáticos. El tema de la pedofilia perse es
reprobable, estamos hablando de menores abusados por mayores y/o adultos que están en posición de control y poder sobre
ellos. http://www.guiainfantil.com/educacion/temasespeciales/abusosexual/abusosexual.htm
La razón,
el pensamiento, es el único medio de supervivencia que posee el ser humano ante
la realidad. Cada individuo se guía por una serie de valores que regulan la
escogencia de sus acciones –lo sepa o no- que determinaran el curso de su vida,
le marcan el camino de lo correcto o incorrecto. La ética como herramienta,
como ciencia, le ayudará a descubrir y definir un código. La diferencia vital
cae en la pregunta: ¿Necesita el hombre –el ser humano- un código de valores,
porqué? ¿Qué código de valores? ¿Racional? ¿Irracional? Ser racional es hacer uso correcto de la
razón, es un asunto de escogencia. El valor supremo de todo hombre es su vida
propia. La vida es el estándar. ¿Cómo se que soy racional? Cuando escojo esas
acciones exitosas ¿mejoran mi vida? Caso contrario ¿puedo escoger valores
irracionales? ¿Uso incorrecto de la razón? ¿Cómo lo sé? Ser irracional lo puedo
comparar con un animal suicida, cuyas acciones escogidas lo alejan cada vez más
de la vida y el bienestar, lo alejan del éxito de la vida, lo acercan a la
muerte.
Nuestras acciones nos expondrán ante la implacable realidad, tarde o temprano sabremos
si usamos adecuadamente la razón, si el código de valores fue el correcto o no.
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