jueves, 30 de septiembre de 2010

Por razones personales de seguridad...


Por razones personales, de seguridad ante amenazas de peligro inminente, decidimos con mi familia buscar un lugar más seguro para vivir, un lugar en los USA, el estado de Rhode Island en el corazón de Nueva Inglaterra, un bastión histórico en la búsqueda de libertad de otrora inmigrantes ingleses que llegaron a estas tierras por motivos parecidos a los míos, huyendo ante las amenazas a la libertad individual.

He viajado a este imponente país desde que tenía doce años, hasta hoy es mucho tiempo, de turista a buscar refugio créanme la diferencia es enorme, pesa. Aún la decisión se tome racionalmente no te inmuniza de extrañar a los que se convirtieron, poco a poco, en valores decisivos que ayudaron con sus contribuciones a moldear el pensamiento a través de la reflexión racional con el esfuerzo intelectual necesario. Se extraña todo.

No estoy solo en el tema, hace dos días teníamos antojo del rico atol de elote, bebida caliente de la cultura guatemalteca, nos subimos al carro recorriendo un trayecto de una media hora entre freeways y highways, hasta llegar al campo a una de tantas tiendas de verduras, legumbres y frutas cosechada allí, campos bellísimos por cierto, ahora con muchas calabazas.

Estando en la tienda, que elegimos casi al azar, al fondo en el área de descarga vi un grupo de trabajadores cuya apariencia me pareció familiar, me acerqué y casi de inmediato le hablé a uno de ellos, resultó eran guatemaltecos, campesinos originarios del altiplano, acá se les conoce como “quichelenses”. Me identifiqué rápidamente como paisano y las preguntas casi de rigor, ¿Por qué están en este país? ¿Cuánto hace que abandonaron Guatemala? ¿Piensa regresar? ¿Cómo les va?

Extrañan sus familias, amigos, la tierra, el clima, a pesar de todo no cambian su situación actual, trabajan exitosamente en lo que saben, cultivar la tierra, sus patrones americanos, propietarios de granjas familiares, aprecian ampliamente ese expertise, les pagan por ello, ahora son casi imprescindibles allí, no los imagino bloqueando highways manipulados por los activistas de izquierda. No viven con el temor a ser asesinados por el gobierno (ejército), la guerrilla, por bandas de cualquier tipo, la mayoría se han acogido a la ley de refugiados. En siguientes artículos ampliaré el tema, hasta pronto.

For personal reasons of security...


For personal reasons of security, against threats of imminent danger, me and family decided to seek a safer place to live, a place in the USA, the state of Rhode Island in the heart of New England, a historic bastion of search of freedom of former British immigrants who arrived in these lands for similar reasons to mine, fleeing because of threats to individual freedom.

I traveled to this awesome country since I was twelve years, today is a long time, from tourist to seek refuge believe me, the difference is huge, weighs. Even the rational decision not immunizes you to miss important values, which became little by little, so important, that values helped to shape my thinking through rational reflection and the intellectual effort required. Everything is missing.

I'm not alone on the issue, two days ago we had the whim of the rich corn hot beverage, hot drink of Guatemalan culture, we got the car going down a path a half hour between freeways and highways, up to the field to one of the many shops of vegetables, legumes and fruits harvested there, beautiful fields of course, now with dozens of pumpkins.

While in the store, we choose almost at random, in the delivery area saw a group of workers whose appearance seemed familiar, I almost immediately went over and spoke to one of them, were turned Guatemalan peasants from the highlands, here are called "quichélenses" I quickly identified as a guatemalan and, questions rise up, why are you in this country? How long have left Guatemala? Will return? How are you doing?

They miss their families, friends, land, climate, yet not change their current situation, working successfully on what they know, to cultivate the land, their american employers owners of family farms, fully appreciate their expertise, they pay for Thus, there are now almost indispensable, not imagine blocking highways manipulated by leftist activists. Do not live in fear of being killed by the government (army), the guerrilla bands of any type, most have opted to refugee law. In following articles expand on the subject soon.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Ricardo Arjona le envía carta a su padre.

Comparto a continuación una carta que fue publicada en el portal de Emisoras Unidas, cuya autoría se le adjudica al guatemalteco Ricardo Arjona. No pude evitar que mis ojos se me mojaran, así decía mi hijita cuando sentía tristeza y sus ojitos se humedecían, y mi corazón latiera más deprisa. A continuación:


"Esta es la carta que el cantante Ricardo Arjona le escribió a su padre como forma de despedida, tras su muerte el lunes. Emisoras Unidas agradece a Prensa Libre por permitir compartirla.
Don Ricardo: Recién graduado de maestro, allá por los años 40, tomaste el tren de las coincidencias persiguiendo en mapas las coordenadas que te llevarían a la plaza de maestro que te otorgó el Ministerio de Educación, al otro lado del mundo, en San Agustín Acasaguastlán. Además, para tu suerte, te toparías con Mimi, la maestra más guapa del lugar.
Ahí serías, por primera vez, el Profe a tus apenas 19 años; pero, además, el rey de la serenata y la bohemia; el principe del billar y el enamorado de la vida y las mujeres hasta que doña Mimi te marcó las reglas del juego. Yo ya te admiraba y me faltan años para nacer. A veces llegué a pensar que en el banco de niños soborné a algún ángel de poca vocación para que me brindara el milagro de poder ser hijo de alguien tan extraordinario como vos. De lo contrario, cómo explicar tantísima suerte.
Te enamoraste de Mimi y nacieron mis hermanos, y cuando parecía que la cosa se quedaba así, el ángel corrupto se aprovechó de una noche de descuido y tuviste un accidente al que después llamarías justamente como vos, yo.
¿Te acordás cuando vacié la alcancía de mi hermana para dedicarme a las apuestas del billar? Con apenas 13 años, yo ya me codeaba con los adultos en el sitio aquel y cuando me descubrieron te esperé en la sala para recibir el castigo que me merecía.
Entraste despacio, me viste y me dijiste con voz calmada: “Ponete zapatos, que vamos a salir”; me llevaste a un barrio lejano en un autobús público, entramos a unos billares de los que no me acuerdo el nombre; pediste que te alistaran una mesa y me preguntaste: “¿Qué te gusta jugar?”.
Bola negra, te dije. Jugamos siete partidos y los siete me los ganaste sin dificultad.
Cuando metiste la bola negra en el último juego me dijiste: “Mira si has perdido tu tiempo, le robaste a tu propia hermana, descuidaste tus estudios… y ni siquiera juegas bien”.
Pusiste el taco en la pared y te fuiste. Tuvieron que limpiar con un trapo las lágrimas que boté aquella tarde y no hubo trapo que limpiara en mi interior la lección que me dejaste. Cuando me tocó crecer físicamente lo hice mucho más que vos. Yo llegué al metro noventa y cuatro; vos te quedaste en tu metro sesenta y nueve. Que con los años fue disminuyendo. A pesar de la diferencia, siempre te vi para arriba, porque para mí no había nadie en el mundo más grande que vos.
Te sorprendí viejo en aquel juego de futbol, hace apenas unos años, cuando detuviste la chamusca y me llamaste la atención enfrente de todos y me dijiste: “Sé que en este deporte los pases en profundidad se ponen metros adelante del jugador y en diagonal… pero yo tengo 70 años, cabrón, a mí ponémela en las patas”.
Hace apenas cuatro años, a tus 71, andabas de mochilero recorriendo Europa, haciendo safaris en las tieras más escondidas de África o viajando cada fin de semana con mi madre a cualquier lugar.
Igual un palacio, igual un puesto de comida sacudiendo moscas en la carretera. Jamás te quejabas y te sorprendías por todo.
¿Habrá manera más feliz de vivir? Te extrañé mucho cuando me fui a México, pero siempre supiste que este oficio fue todo culpa tuya, que vos me pusiste la primera guitarra en las manos y me enseñaste los primeros acordes con aquellas cuerdas de metal que ampollaban mis dedos de niño de 7 años.
Hoy, mi biografía es un rosario exhibicionista de logros, tengo lo que no llegué a soñar nunca y, a pesar de todo eso, cada vez que despierto en las mañanas pido al cielo que me permita ser por lo menos solo un poquito como vos.
Alguien decide las llegadas y las partidas en esta obra de teatro que se nos otorga solo por un ratito.
“Desde el parto ya compartimos la epidemia… de este síndrome de la caducidad”.
Sentado en tu lecho de enfermo, tomo tu mano y apenas siento vestigios de la fuerza que ostentaste siempre. No estoy seguro si entendés lo que te digo, pero tus ojos me dicen claramente que sabés a ciencia cierta que tenés contigo mi amor indescriptible, mi admiración y mi profundo respeto.
A tu lado inamovible, ese roble de vitalidad y solidaridad que escogiste como tu compañera de toda la vida, la Mimi, mientras la Ingue y la Vero multiplicándose para que no te haga falta una gota de vida a donde quiera que se consiga.
Hace 75 años, el mundo fue mejor lugar desde que lo poblaste; hoy, seguro vas como a convertir en un mejor lugar a donde quiera que vayas.
El otro día que a mí me toque, espero encontrarme al mismo ángel sin vocación, para sobornarlo de nuevo a cualquier precio y me dé la posibilidad de volverme a encontrar contigo, donde quiera que sea.
Te amaré siempre.
Tu hijo, Ricardo Arjona."