martes, 6 de noviembre de 2012

La mala suerte. Me está persiguiendo. Me aconsejan cómo evitarla?


          He estado interesado en el asunto de la suerte, en la buena y en la mala. Mi gran amigo Aroldo O., me obsequió el último libro de don Francisco Pérez de Antón, “Callejón de Dolores”, su novela se basa en situaciones dadas por el azar, allí escribe: “Nadie entiende los mecanismos del azar ni cómo encadena los hechos…La vida es una sucesión de pequeñas casualidades que la naturaleza y los hombres van trenzando de modo inconsciente hasta dar pie a un acontecimiento imprevisto.”
          En Wikipedia dice que “Se llama suerte a la creencia en una organización de los sucesos afortunados y desafortunados.” Otro: “La suerte podría describirse como un pensamiento o una creencia de que las cosas, los eventos suceden por azar y no por causas lógicas o por la acción de uno mismo.
      La investigación de la suerte me va dando luces pero no contundencia lógica y, se pone más interesante cuanto más indago. Unos le dan tinte racional otro místico. Unos dicen que suerte es “estar en el momento adecuado y en el lugar correcto…otros que la suerte llega como respuesta a un destino predeterminado.”
          En la teoría de las probabilidades hay una aproximación racionalista de la suerte e incluye la aplicación de las leyes de la probabilidad y creencias en hechos científicos, por ejemplo la probabilidad que un hecho se pueda repetir, como sacarse el premio mayor de la lotería dos veces, que al pasar debajo de una escalera te caiga un ladrillo cada vez que lo hagas, etc.
          Otros se refieren a la suerte como a la conspiración del “universo”. Luego de muchos años de mi vida de navegar en mar de misticismo religioso, reconozco mucho beneficio al enderezar mi vida a través del favor  y misericordia de Dios –según entendí-, efecto placebo dicen los psicólogos, nada de malo en el proceso.
          Desde hace unos cinco años me he convertido en racional, me he sumergido en el océano de la razón y la lógica, en este marco todo hecho tiene una causa razonable y comprobable, caso contrario se toma como mito, superstición o hechos no comprobados. Mis amigos escépticos no son científicos sino filósofos, les compartí una experiencia reciente –entonces-: “En mi dormitorio tenía dos lámparas diferentes entre ellas, con apagadores mecánicos de distinto tipo cada uno, una noche con mi esposa nos fuimos a la cama como cada noche, y a eso de las dos de la mañana, abruptamente se encendieron ambas lámparas simultáneamente, ambos despertamos y aún aturdidos cada quien apagó la suya, y volvimos a dormir sin prestarle mucha mente al asunto, a los quince minutos se repitió el hecho”.
          Seguro que mis amigos no aceptarían la causa como fenómeno de orden paranormal, les lancé la pregunta de las razones físicas y lógicas de lo sucedido, al menos estaba descartado que ni mi esposa ni yo fuimos los causantes del fenómeno.
          Desde hace unas semanas vengo experimentando hechos encadenados en extremo desfavorables o, de mala suerte, hechos tan sistemáticos  y dañinos que me dejan un sabor amargo y  sensación de pesar, al punto de preguntarme alguien si la causa podría ser “mal hecho”. Desde hace años he sido extremadamente cuidadoso con mis decisiones y actos, tratando de cuidar el detalle para que en lo posible lo que quede fuera de mi alcance se desencadene como efecto de lo iniciado. Pero mi situación actual rebasa toda lógica identificable de hechos adversos o de mala suerte.