El mundo del "blog" me ha alcanzado, mi amigo Haroldo y su esposa vinieron a mi casa y disfrutamos de su compañia, el almuerzo fue la excusa para compartir, como diría el filósofo Warren, un libro místico que habla de la vida y el propósito de la nuestra individual en este mundo de la razón donde la realidad debe de ser el parámetro y donde otros piensan que la sin razón es lo que da la sal a la existencia, donde la sin razón le da vida a la poesía, la música, y expresiones del arte.
Con mi amigo platicamos de variados tópicos, tenemos muchas cosas en común y tema fue que crecimos sin la figura paterna en nuestra niñez, estuvimos de acuerdo que lamentablemente es un tema pendiente a resolver pues en alguna ocasión nos causa sentimientos raros que no podemos identificar o no podemos explicar, Alfred Adler le llama "dolor primario", yo tuve la fortuna de crecer en la casa de mis abuelos maternos lo que dió me algún equilibrio emocional y mucha libertad y tuve en general una niñez muy disfrutada, me bañe en los rios circundantes de mi pueblo, en los potreros ganaderos algunas vacas incivilizadas me hecharon de su territorios y yo en mi apuro de no chocar con sus cuernos tuve que especializarme en clavados libres debajo de cercas de alambres de púas con tal de salvar mi pellejo.
Esa libertad que me dejó la falta de control paterno me permitió juntarme con varios amigos del barrio visitando campos en busca de mangos, chufles, los deliciosos guiscoyoles, jocotes, marañones, elotes tiernos y dulces, apedrear sapos para proteger al mundo de su leche venenosa, con ramitas frabricabamos rapidamente cañas de pescar pescando "butes", "anguilas", y debajo de las piedras cangrejos para luego soltarlos.
Ya agotados buscabamos el nacimiento de agua más cercano y saciar nuestra sed y tirarnos sobre piedras bajo la fresca sombra de amates gigantes, y si alguna poza era lo suficientemente profunda para zambullirnos nos liberabamos de las molestas ropas y con toda la libertad de la desnudez disfrutabamos de la fantasía de conquistadores de mundos inexplorados.
Algunas veces se hacía tarde y aunque yo tenía tanta libertad mi madre me "ponía límites" y en varias ocasiones tuve que dejar el grupo para regresar solo y haciendo camino hacia el pueblo me armaba de valor tomando una piedra en cada mano pues abundaban leyendas de la "ciguanaba", "el cadejo", "el jinete sin cabeza", "la monja", "Dieguito" y en la soledad del camino sentía escalofríos en mi espalda que me impulsaba en una carrera desenfrenada para evitar tener que descargar mis piedras sobre los personajes que salían en la soledad del bosque y el camino y cuando encontraba a algún campesino con leña ya sea en caballo o a pie disminuía mi carrera hasta caminar con normalidad pues no quería asustarlo del peligro inminente y al desaparcecer de vista arrancaba de nuevo con mi carrera desenfrenada hasta que llegaba jadeante al pueblo, luego hacía alarde con mis amigos de la tranquilidad con que caminaba de regreso y más de alguno admiraba mi valentía.
Ya de adulto, al ver a mis medio hermanos y su mala relación con mi padre, pienso que soy dichoso de no tener malos recuerdos de mi niñez y pre-adolescencia.
1 comentario:
Que calidad te quedaron los gadgets que agregaste, como podrás ver ya te tengo en mi blog.
Gracias por la plática, gracias por el almuerzo.
Gracias por ser mi amigo
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