jueves, 27 de enero de 2011

DETESTO AL PRESIDENTE COLOM.


El siguiente es un artículo del periodista, entre otros oficios, Luis Enrique Pérez, y por considerarlo un artículo que refleja el sentimiento de frustración de millones de guatemaltecos, el mío también, lo reproduzco a continuación:

"Opinión Jueves, 20 de Enero de 2011 LOGOS DETESTO AL PRESIDENTE COLOM...
Luis Enrique Pérez
Yo detesto al presidente Álvaro Colom. Lo detesto con energía de sísmica placa tectónica. Con explosiva fuerza volcánica. Con ímpetu ciclónico. Con furia de tormenta tropical. Con cólera de ciudadano gobernado por la estulticia. Y si, en un mundo imaginario, hubiera podido decidir sobre nacer o no nacer, y se me hubiese advertido que mi país sería gobernado por Álvaro Colom, entonces, sin vacilación alguna, habría decidido no nacer.
Empero, ya que no hubo tal ansiado mundo imaginario, he tenido que resignarme a sufrir la absurda vergüenza de ser gobernado por Álvaro Colom. Y por lo menos, como si se me otorgara un modestísimo premio por esa resignación, puedo detestarlo. Y si detestarlo provoca placer, aunque sea consolatorio placer, ese placer es ilimitado. Y si esa ilimitación es un privilegio que alguna divinidad me ha concedido, esa divinidad ha sido excesivamente generosa, aunque yo hubiese preferido otro motivo de tanta generosidad. Empero, ¿por qué detesto al presidente Álvaro Colom? Lo detesto porque, con magnífica ineptitud, y espléndida negligencia, y descomunal irresponsabilidad, no ha cumplido la función propia del Presidente de la República, que la Constitución Política manda cumplir. Es la función de procurar seguridad pública y, principalmente, sensata seguridad de no ser asesinado. Y finge interés por la seguridad pública. Lo finge porque pide miles de millones de quetzales para seguridad y justicia; pero despoja de cientos de millones de quetzales a las fuerzas policiales. Lo detesto porque miles de ciudadanos que no hubieran sido asesinados si hubiera tenido por lo menos un mísero interés en procurar seguridad pública, han sido asesinados. Y sobre la tumba de cada uno de ellos se erige una cruz que lo denuncia y lo acusa. Y todas las cruces exigen sentencia condenatoria; y demandan un castigo que, si fuera el más justo, tendría que ser un infernal castigo ultraterrenal, ansioso de infatigable eternidad. Lo detesto porque, precisamente por su magnífica ineptitud, espléndida negligencia y descomunal irresponsabilidad, ha multiplicado la viudez y la orfandad. Y ha enriquecido pavorosamente el número de dolientes padres, hijos y hermanos de aquellos que, con permiso presidencial, han sido asesinados. Y en esos padres, hijos y hermanos ha suscitado lágrimas suficientes para inundar el territorio patrio. Y ha provocado la prosperidad de las empresas funerarias y la superpoblación de los cementerios. Y ha
propiciado, con éxito terrorífico, la transformación del Estado de Guatemala en un ominoso imperio del asesinato, el secuestro y el robo. Y la bandera de Guatemala se ha teñido con la sangre de inocentes mártires de la oficialmente permitida criminalidad. Lo detesto porque intenta salvar la vida de quienes han sido sentenciados a la pena de muerte por cometer crímenes tan espantosos que merecen una pena peor que la muerte. Lo detesto porque su gobierno ha consistido en preparar la próxima campaña electoral del partido oficial, con cuantiosos recursos públicos; y con aquellos mismos recursos públicos ha sobornado y corrompido a los pobres para comprometerlos a votar en favor del partido oficial. Lo detesto porque ha sido el más grande malefactor de mi patria durante los últimos tres años. Post scriptum. No me es suficiente detestar al presidente Colom. Ansío destituirlo; y sacrificaría mi vida por someterlo a proceso judicial penal y condenarlo, con sufrida generosidad, a perpetua prisión"

Artículo tomado de: Guatemala, Jueves, 27 de Enero de 2011 17:07
La Hora. Guatemala.

miércoles, 19 de enero de 2011

Acometida contra la libertad de expresion.


Post de Luis Figueroa CARPE DIEM.

El problema de creer que todos están complotando contra uno, es que así no se puede tener una conversación de buena voluntad. No se puede intercambiar información, ni se puede aprender de los demás, si uno descarta la posibilidad de que los desacuerdos no sean parte de una conspiración.

Yo creo que a la administración de Los Colom y a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala les está pasando aquello. Y creo que de verdad creen que todos conspiran contra ellos; o peor aún, es posible que necesiten fabricar conspiraciones con el propósito de cerrar las tenazas contra la libertad de expresión.

El más reciente intento en esta última dirección es el proceso que la CICIG, por medio del Ministerio Público le sigue a Rodolfo Ibarra, a quien acusa de orquestar una campaña de desprestigio en contra suya. Y, ¿cuáles son las supuestas pruebas que tiene el MP?

Las columnas de opinión de Marta Yolanda Díaz-Durán, Estuardo Zapeta, Gabriel Orellana, Pedro Trujillo, José Miguel Argueta, y trabajos periodísticos de Haroldo Sánchez, Francis Urbina, y Rubén Velásquez. Todos ellos periodistas de larga tradición en medios como Siglo Veintiuno, Prensa Libre, Nuestro Diario, Guatevisión, y Telediario, entre otros.

El MP supone que, como estas personas se han expresado de modo que contraría a la CICIG, esas personas -muchas de las cuales se conocen entre sí y hasta son amigos- son parte de una conspiración orquestada por Ibarra, e incluso han sido pagados para participar en ese complot.

Todo aquello no tiene sentido porque si el mundo es un pañuelo, Guatemala lo es más. De modo que el hecho de que las personas se conozcan, se comuniquen y compartan valores y perspectivas no debería extrañarle a nadie. De hecho, como dice el dicho: Birds of a feather fly in flocks. No hay forma de suponer, razonablemente, que toda asociación y coincidencia de personas que comparten valores y visiones es una conspiración. Aquello es un sin sentido porque supone que las personas no tienen principios, ni valores y que necesitan ser pagadas para expresar sus opiniones sinceras.

Todo aquello no tiene sentido porque muchas de aquellas personas tienen años y años de defender el estado de derecho desde las perspectivas filosófica, ética, jurídica y política para mencionar algunas, aún desde antes de que en este país se hablara de comisiones como la CICIG. Aquello carece de sentido porque, ¿qué clase de periodismo harían aquellos periodistas que nunca cuestionaran a aquellos políticos -locales e internacionales- que ejercen el poder? ¿Qué clase de periodismo sería aquel que temiera tocar ciertos temas para no ofender a la CICIG?

Todo aquello no tiene sentido porque, ¿qué república sana podría funcionar sin el libre intercambio de ideas y sin la libertad de expresión? ¿Qué república sana podría ser fundada sobre la ausencia de libertad para disentir?

Empero, y en este mundo bizarro, todos aquellos disparates apuntan a que lo que buscan Los Colom, el Ministerio Público y la CICIG es asustar a la opinión pública y perjudicar a quienes los critican. Los procesos judiciales frívolos son costosos y desgastantes para quienes los sufren; y no tienen costo alguno para quienes los inician con dinero de los contribuyentes. Utilizan instrumentos legales para dar la apariencia de ser legítimos. Limitan la libertad de expresión sin tener la apariencia de ser censura. Como son contra sólo unos, el gremio periodístico tarda en reaccionar, o no reacciona. No importa cuántos ejemplos similares hayan oído que ocurren en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Argentina, el Gremio no se da por aludido.

¿Y cómo es que buscan validar -Los Colom, el MP y la CICIG- su teoría de la conspiración? Con dictámenes de funcionarios como Carlos Morales Monzón, de la radio estatal; y Gustavo Bracamonte Cerón, de la universidad estatal. Estos peritos han sido los encargados del humo y los espejos que respaldan las acciones de aquel trío de víctimas con lágrimas de cocodrilo.

En Guatemala, la libertad de expresión está siendo sitiada y minada mediante el uso de instrumentos legales y mediante la fabricación de conspiraciones. Y usted, ¿no está alarmado?

Written by luisfi

enero 19th, 2011 at 1:04 pm